El mundo cultural canario amaneció este jueves con el corazón encogido. La noticia del fallecimiento en Madrid de Dulce Xerach Pérez, escritora, política y gestora cultural nacida en Santa Cruz de Tenerife en 1969, ha sacudido no solo a las islas, sino también a quienes reconocieron en ella una mujer valiente y profundamente comprometida con la modernización cultural.
La tristeza se palpó especialmente en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife, institución que presidió entre 2014 y 2016 y en la que dejó una huella imborrable. Su actual presidente, Pepe Valladares, expresó con emoción: “Nos conocíamos desde hacía millones de años, trabajamos juntos… La última vez que la vi fue en el Centenario del Círculo, la última vez que nos dimos un abrazo”. Estas palabras reflejan la magnitud del vacío que deja su partida.
En este momento, el Círculo ha decidido detener actividades programadas para reflexionar sobre cómo rendirle el homenaje que merece. Y aquí surge una lección poderosa: cuando la cultura se vive con autenticidad, no solo nutre la agenda artística, sino que también se convierte en parte de la vida cotidiana de las personas.
Si alguna vez has pensado en participar en proyectos culturales, apoyar instituciones artísticas o contratar servicios vinculados al arte, este es el instante perfecto. La mejor manera de honrar a quienes lucharon por abrir caminos es seguir transitándolos.
Una relación tejida entre amistad y proyectos
Dulce Xerach fue mucho más que un nombre en la política o en la literatura. Fue una mujer que construyó relaciones duraderas. Valladares, quien la conoció hace más de dos décadas en un concurso de ideas para el Auditorio de Tenerife, recuerda tanto las coincidencias como las diferencias que compartieron. Sin embargo, como él mismo afirma, ninguna discrepancia logró empañar la amistad y el respeto que se profesaban.
Durante su gestión en el Círculo de Bellas Artes, apostó por rejuvenecer la institución, abrirla a nuevas voces y, sobre todo, dar espacio a los jóvenes y a las mujeres. Su convicción era clara: la cultura solo avanza si integra miradas diversas. Con esa fuerza, logró eliminar la “caspa” de la institución, como bien lo describió Valladares, y encender un nuevo espíritu de innovación.
Su legado invita a reflexionar: ¿qué tanto apoyamos hoy iniciativas que buscan revitalizar nuestras instituciones culturales? Quizá es el momento de sumarse a asociaciones culturales, participar en talleres, contratar experiencias turísticas ligadas al arte local o adquirir entradas para eventos culturales. No se trata solo de entretenimiento, sino de fortalecer un ecosistema que mujeres como Xerach ayudaron a construir.
El impacto de un liderazgo transformador
Nacida en 1969, Dulce Xerach Pérez fue abogada, escritora, política y, ante todo, una gestora con visión. Ejerció cargos de gran relevancia: viceconsejera de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, consejera de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife, diputada autonómica y presidenta del Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
Más allá de los títulos, lo importante es el impacto de sus acciones. Desde cada puesto, defendió la participación juvenil, la igualdad de género y la apertura cultural hacia el mundo. Su capacidad para combinar la gestión institucional con la creatividad literaria le permitió romper barreras y tender puentes entre la política, la cultura y la sociedad civil.
Este es un recordatorio de que la cultura no solo necesita artistas, también requiere gestores, colaboradores, patrocinadores y consumidores activos. Por ello, si estás buscando servicios culturales en Canarias, desde visitas guiadas, actividades formativas o eventos de música y literatura, hacerlo ahora cobra aún más sentido. Cada participación tuya se transforma en un tributo vivo a una mujer que dedicó su vida a estos ideales.
Un legado literario y cultural que invita a actuar
Paralelo a su vida política y de gestión, Xerach desarrolló una sólida carrera como escritora. Obras como El ángulo de la bruma, Latitud de fuego o Sueños del arco iris muestran su sensibilidad literaria y su compromiso con una cultura abierta, igualitaria y con vocación internacional.
Además, lideró proyectos como el Espacio Cultural El Tanque y el programa La Literatura es Femenina (LLEF), donde impulsó la visibilidad de las mujeres en el mundo literario. Su forma de trabajar fue clara: abrir puertas, dar voz a quienes no la tenían y generar oportunidades.
Hoy, su muerte nos deja un vacío, pero también una enseñanza: la cultura solo sobrevive si decidimos mantenerla viva. Por eso, la mejor manera de honrarla es sencilla pero poderosa: apoyar servicios culturales en Canarias, asistir a eventos, adquirir libros de autores locales, visitar espacios culturales y participar en actividades comunitarias.
Así, cada gesto, cada entrada comprada, cada proyecto apoyado, se convierte en un hilo más de un tapiz cultural que nunca debe romperse. Dulce Xerach nos enseñó que el arte y la cultura son un motor de igualdad y modernidad. Ahora, nos toca a nosotros continuar ese camino.